Vivimos en una realidad que se ha convertido en un territorio de verdades instauradas desde la falacia.
Paloma Castillo
Puntadas Sublimes
Ad Hominem por Paloma Castillo
Ad Hominem es el nombre de la nueva exhibición de Paloma Castillo. Se denomina “ad hominem” a aquel argumento falaz dirigido en contra de una persona en base a los atributos externos que esta exhibe; un argumento ad hominem apunta hacia la forma, no al contenido. Nuestra realidad está saturada de ideas y construcciones discursivas falaces. Diariamente escuchamos, leemos, observamos en la esfera de lo público un despliegue de argumentos, ataques, desacreditaciones públicas y verdades parciales exaltando lo aparente, lo irrelevante. Paloma Castillo sitúa su mirada en esa vertiginosa realidad deformada en la que le ha tocado existir para articular su trabajo artístico.
Paloma Castillo plantea el proceso de elaboración de su imaginario en conciencia y atención a su presente. Ad Hominem se compone de 23 obras textiles. En el universo visual generado por la artista, el bordado se desarrolla como una práctica cultural que involucra iconografía, estilo y una función social: hay una transformación de materiales que produce un sentido que apunta a explorar nuestra contingencia. La artista trabaja en base a un archivo personal de imágenes recopiladas desde diversas fuentes (cultura pop, imágenes noticiosas, figuras emblemáticas), las que cumplen un rol tanto referencial como de registro de sus intereses.
La fuerza conceptual de las imágenes bordadas por Paloma se basa en la creación de vínculos o relaciones antagónicas entre ideas e imágenes a partir de la manipulación y puesta escena de ciertas figuras literarias, principalmente la paradoja, la contradicción e incluso la antinomia. Las piezas bordadas por la artista se transfiguran en expresiones de experiencias significativas que poseen un contexto histórico, cultural y social. En su totalidad, la obra de Paloma Castillo nos retrotrae a la siempre fascinante y dinámica retórica del pop.
En la pieza War (2021), la emblemática y perfecta lata de sopa Campbell’s aparece modificada, convertida en un desecho que contiene el fuego rebelde producto de la violencia urbana. Las obras de Paloma Castillo nos permiten un acercamiento en diferentes niveles a nuestra realidad, tanto en su condición de objeto plástico como de reflexión ideológica. En War, la tensión de la mirada se enfoca en la traducción del fuego y en la lata de sopa que Castillo configura a través del bordado. La utilización de hilos de distintos colores y la mezcla óptica da por resultado una pieza con luz y movimiento propio; por otro lado, la composición de las figuras evoca a los emblemas de protesta que, a primera vista, expresan el contenido de su idea. Hoy por hoy, el concepto de “guerra” ha transmutado en un término hip que en su enunciación y utilización discursiva busca precipitar un momento de drama y temor en la opinión pública. Paradójicamente, la idea de la “guerra” se ha vuelto parte de la cotidianeidad, siendo normalizada al extremo de ser vendida en ciertas zonas de conflicto como una atracción turística. En otro trabajo, Ad Hominem (2021), Castillo ha bordado una bandera chilena que a su vez es una hoja de afeitar. El color gris del fondo refuerza el efecto de reversibilidad al punto de proyectarlo a un gesto contestatario y amenazante. Sobre telas Paloma Castillo da forma, por medio de puntadas, a otra tela: la bandera. Ésta funciona como imagen conceptual de la crisis social. Solo interrogantes pueden nacer ante tan inquietante y seductora composición. Imposibilitada de mantener su aura protectora, ¿la bandera chilena se transforma en una hoja de corte? ¿O se tratará, tal vez, de una hoja de afeitar en donde vemos reflejado a nuestro estandarte, en puertas de un desenlace fatal que considera harapos?
Dentro de la tradición del bordado, el principio de registrar a través de la puntada de hilo aquellos fragmentos, eventos y figuras significantes que revisten un interés colectivo se puede trazar en la irrupción de los movimientos de mujeres sufragistas, obreras y maestras que tienen lugar en Inglaterra de comienzos del siglo XX. En medio de huelgas y protestas callejeras, las mujeres toman el espacio público marchando y exigiendo el reconocimiento de sus derechos. La fabricación de las llamadas “banderas de marcha” implica tanto un trabajo colectivo como también la dinamización consciente de diversas técnicas manuales, artísticas y literarias. El bordado de textos y figuras sobre telas que posteriormente serán aplicadas a estas banderas no solamente abre las posibilidades de la técnica, sino que promueve el nacimiento de un lenguaje gráfico autónomo. Martillos, molinos, cadenas, fuegos, textos, y formas orgánicas como flores, animales y plantas bordadas se convirtieron en un léxico visual asociado a una lucha social. En The Subversive Stitch (1984), Rozsika Parker menciona la alteración de los códigos de conducta impuestos a través de la incorporación de la labor en la creación de banderas y emblemas bordados: “En las manos de las suffragettes, el bordado fue empleado no tanto para transformar el lugar y la función del arte, sino para generar un cambio en la realidad y en la condición de la mujer”.
Paloma Castillo no utiliza bastidor para la elaboración de sus obras, confiriéndole a sus piezas soltura y espontaneidad. El trabajo con la tela en estado “salvaje” implica dejar de lado el patrón y organizar una lógica de trabajo única e irrepetible al interior de la pieza. La liberación del bastidor supone una expansión de las posibilidades del lenguaje, tanto a nivel temático como técnico. En la perspectiva histórica, este abandono significó un hito importante en el desmantelamiento de las imposiciones culturales y sociales sobre las condiciones de producción y recepción: se llega a un momento donde los estatutos impuestos culturalmente al bordado, el celebrado orden y la simetría de los materiales, simplemente comienzan a disolverse.
“Pinto cosas que uso cada día, y de las que nunca me detuve a pensar realmente”.
Andy Warhol
Nuestro diario vivir implica la utilización constante de ciertos dispositivos electrónicos, utensilios y objetos de diversa índole. En la obra de Paloma Castillo, el objeto funciona como un catalizador de la realidad que la artista representa, interpreta, y reconoce como parte de ella: planchas, teléfonos, guateros, usleros, entre otras figuras, van integrándose a un intrincado universo iconográfico a lo largo de su obra. A través de pequeños guiños y detalles presentes al interior de sus piezas, Paloma nos va develando cómo nuestra vida doméstica y personal es también producto de las instituciones e ideologías que nos rigen.
En Trampa I, Trampa II y Trampa III (2021), Castillo construye diferentes escenas en las que distintos tipos de trampas parecen acecharnos, jugando con nuestra curiosidad. En el proceso de desmaterialización del objeto real que se produce a través del bordado, tanto el diseño como la función de estas figuras se ve completamente alterado. Los objetos son condensados, re-pensados en su función inicial, para recomponerse a través de las puntadas bordadas sobre la tela. Lo que era exacto es ahora blando. El bordado emite un efecto de sinuosidad material que parece proyectar la rigidez de la trampa a un mundo de ideas solo accesible desde la alteración de la percepción.
En el otro lado del mundo visual de Paloma Castillo nos encontramos con un universo iconográfico compuesto por figuras con atributos humanos y con el reino animal. Desde su relación con el mundo, como figuras arquetípicas en mitos de transformación, estas criaturas ejercen una función simbólica que los vincula al devenir humano. En la mitología, los animales son representados como agentes de cambio, nos aconsejan sobre el presente, nos advierten del futuro e intercambian características con los humanos. En la obra Didus Ineptus (2021), Paloma nos presenta una persona con una máscara de pájaro dodo. El título de la obra es una referencia directa a Schopenhauer, quien en su texto Sobre la voluntad en la naturaleza (1836), cataloga a esta ave como "didus ineptus", puntualizando que su extinción se debió a la incapacidad de éste para desarrollar alguna forma natural de autoprotección. Para la criatura que alguna vez fue la más grande, la propia inconciencia de su realidad o de su fisionomía fue, finalmente, la causa de su exterminio.
En el lenguaje del bordado el retrato cumple una función narrativa cruzada por intereses históricos, estéticos y emocionales. Desde las efigies de las grandes mujeres de la lucha contra la opresión, rubricadas sobre las banderas de las manifestantes hasta las estrellas pop bordadas en pañuelos por la artista estadounidense Jenny Hart, el retrato bordado evoca y expande el alcance de la individualidad de las figuras que representa. El Joven Calígula y Agripina (ambos 2021) forman parte de la galería de retratos donde la artista explora las coincidencias entre los mitos y la historia clásica y las figuras que se nos muestran en la esfera secular. Calígula, emblema del exceso y la decadencia de su imperio, pero que, sin embargo, aparecía públicamente vestido como Hércules o Venus, y su madre Agripina, a quien el oráculo revela que su propio hijo la asesinará, dan inicio a un sinnúmero de conspiraciones e intrigas cuyo desenlace es la muerte. Tensión política, roles alterados, farándula. La realidad supera con creces la ficción y las historias de figuras escandalosas y amorales se transforman en nuestros nuevos relatos moralizantes.
Situado en la arena actual, el bordado dentro del mundo creado por Paloma Castillo polariza y colapsa posiciones teóricas en torno a los paradigmas del hacer arte hoy en día. “‘Elevar’ el bordado simplemente a una condición de ‘Arte’ es afirmar las categorizaciones jerárquicas que en primer lugar lo llevaron a un espacio de desigualdad, ocultando las profundas diferencias y desigualdades que se han erguido entre ambos”, declara Rozsika Parker. Asociado en la esfera de lo doméstico, el bordado no se adapta al imperativo que define lo artesanal (i.e. lo utilitario, lo anecdótico). Durante siglos, la historia oficial de las artes se ha apropiado de aquellos lenguajes y discursos que amenazan su hegemonía, derrumbándolos: categorías tales como “sin cerebro”, “decorativo” o “delicado” evitan la confrontación con el contenido y la intencionalidad de toda práctica que se escapa del “patrón” oficial. Asistimos a un cambio de registro de los discursos basales y un agotamiento de la influencia de los símbolos de autoridad al interior de nuestra cultura. En la obra de Paloma Castillo, encontramos una fuerte crítica social y un escepticismo ante la realidad que nos contiene, pero también la firme convicción de que el rol del arte es dar cuenta de su realidad sin perder jamás la perspectiva del AHORA.
Leonardo Casas, artista.
Septiembre 2021.