However far away, I will always love you...
Lovesong, The Cure.
En mayo de 1989, el ya consagrado grupo new wave The Cure lanza su octavo álbum Disintegration. Este disco presenta una reminiscencia a su pasado más oscuro; con altos tintes melancólicos, la ocupación de silencios prolongados, un alto requerimiento a la escucha melódica sin voz y un claro alejamiento a las melodías más pop. Años más tarde, el disco fue catalogado por la crítica especializada como una de sus obras maestras, alcanzando su más alta popularidad hasta la fecha. Dentro del álbum, la canción más optimista y con aires pop fue Lovesong. En ella, escuchamos una mezcla maestra entre el amor, la tristeza, la nostalgia y la dualidad de la soledad. Justamente este panorama ha acompañado el imaginario y la producción visual del artista chileno Wladymir Bernechea a lo largo de su carrera, quien nace el mismo año del lanzamiento de este disco y, a su vez, dentro de una generación caracterizada por sumergirse de lleno en la globalización, por los altos flujos de información y la desterritorialización de los imaginarios, todo esto en conjunto con un alto interés por las subjetividades y sus diversas afecciones tales como, amor, tristeza, esperanza, soledad y pesimismo.
Con ya diez años de carrera, Wladymir Bernechea nos ha mostrado su vasto imaginario articulado por referencias directas a la historia de la pintura, a la cultura nipona, el manga, el animé y el mundo oriental asiático, como también por los imaginarios autobiográficos y locales. En cada uno de ellos, ha empleado magistralmente la pintura por medio del uso del color –blanco y negro–, la mancha, la luz, la sombra y la materia pictórica, elementos que podrían ser definidos como parte del “sentir pictórico”. Este término se refiere a la ontología propia de la pintura. ¿Qué es y cómo se hace? Para responder tales interrogantes, deberíamos centrarnos principalmente en el propio quehacer del pintor, en cómo su oficio se constituye y en cómo se gesta el traspaso de la idea a la forma.
Al introducirnos por completo en Lovesong, es posible observar una relación inmanente entre la forma y el contenido de las pinturas. Dicho de otro modo, en ellas podemos observar e interpretar sus imágenes, y también podemos sentir y experienciar a través de la disposición de la pasta sobre el lienzo; sus texturas, peso, rugosidad o suavidad. Por medio de estas pinturas, Bernechea nos muestra su insistencia por la técnica pictórica, rescatando sus clásicos elementos para así introducirnos a una serie de personajes que se encuentran retratados de forma individual –o en grupo–, pero, al fin y al cabo, enmudecidos por la ausencia de rostros. Aquel carácter silente es potenciado por el abandono de las líneas de contorno, por el borroneo de la pasta pictórica y por la unión del negro y el blanco. Estas condiciones formales producen que los cuerpos en escena ostenten rostros desdibujados, poco definidos y ambiguos. Esta última categoría permitiría desvanecer el binomio de lo femenino y masculino presente en los retratados de la muestra. Junto a estos rostros se encuentran también una serie de paisajes que deambulan por la abstracción y figuración. La tensión entre ambos lenguajes nuevamente recaería en la utilización de la pasta pictórica. En algunos casos, los cielos y suelos borroneados sólo son constituidos por la condición pastosa y monocromática, y en otros, las pinceladas y el interés por la figuración darían cuenta de aquellas formas.
El imaginario construido por Bernechea en Lovesong está caracterizado por una gran presencia de la cultura popular global, por medio de claras referencias al mundo del cine, el animé, y por supuesto, de la música. Cada uno de ellos es contemplado en las poses de los personajes en escena, los elementos evocativos (tipología de los uniformes escolares) o simplemente a través del título de las piezas. Es imposible no catalogar este imaginario como “oscuramente pop”. La materia pictórica amalgama estos referentes que deambulan en la soledad, la melancolía, la tristeza y la introspección. Sentimientos que hoy en día se hacen más y más fuertes debido a los contextos políticos, sociales, económicos y de salud que nos obligan a retraernos y aislarnos. Es por esta razón que sería significativo preguntarnos ¿de qué forma nos vemos representados en estas obras o cómo ellas nos interpelan? Al buscar una respuesta a estas interrogantes, podríamos ir accediendo poco a poco aquellos intersticios de los tonos de Lovesong.
Sebastián Valenzuela-Valdivia, curador e investigador
Abril 2021