Ex-Voto | Fernanda Núñez: Texto Curatorial | Carla Ayala

27 Abril - 18 Mayo 2022

Violencia, Cuerpo y Representación
Tensión en el espacio cotidiano a través de Ex-Voto de Fernanda Núñez

 

A partir de la crisis política concentrada en Chile desde octubre de 2019 y la emergencia sanitaria a nivel mundial desatada por el COVID-19, provocando el confinamiento, aislamiento y la inmediata – y, en otros casos, retroactiva – crisis económica, se generaron numerosos eventos que dejaron en evidencia el cómo los cuerpos están expuestos en su dimensión individual, social y política a la violencia, y cómo la vulnerabilidad se constituye como un factor común.

 

Para Rita Segato, antropóloga y escritora argentina, la violencia es un ejercicio de poder que se ejerce en el cuerpo de otro, como un territorio, y esta no se presenta como una excepción, sino más bien toma una forma estructural.[1] En este sentido, la violencia es un exceso y “deviene extrema al acontecer sin límites”.[2] Es decir, que no se configura como acontecimiento (que aparece inédito e interrumpe una linealidad), sino que se expande y cubre el cotidiano anudada a todos los escenarios estéticos y políticos. A respecto de esto, la vulnerabilidad (así como el duelo y la pérdida) proveniente de la violencia es una condición basal de nuestra vida corpórea. El cuerpo, al estar socialmente constituido, está expuesto a los otros, abierto. Judith Butler, desde el campo de la filosofía, declara que dicha vulnerabilidad se exacerba bajo ciertas condiciones sociales y políticas, especialmente cuando la violencia es una forma de vida y los medios de autodefensa son limitados.[3]

 

Ex-Voto de Fernanda Núñez, a través de la articulación de catorce dioramas – ocho escenas y seis disecciones anatómicas –, expone la pregunta sobre la violencia como una estructura que se configura en el espacio cotidiano y cómo esta, a la vez, deviene en dimensiones corpóreas.

 

En la cultura popular, un exvoto – palabra proveniente del latín “del voto realizado” – busca llevar a imagen un relato que oscila entre lo social, la tragedia, el milagro y el agradecimiento. A la vez, conforman un testimonio visual y dan cuenta de las formas en las que las personas responden a la adversidad, atribuyendo a una fuerza superior la capacidad de cambiar el rumbo de sus vidas mediante un acto milagroso. El dolor, el peligro, la pérdida y las injusticias son inmortalizadas a través de pinturas en un retablo o la construcción de reliquias, pretendiendo dar lugar al vínculo entre lo humano y lo divino.

 

Desprendiéndose de la carga religiosa, la propuesta de Fernanda Núñez busca establecer un vínculo entre el espacio público-abierto y el espacio íntimo-privado a través de la configuración de pequeños altares-dioramas. Cuestionando y poniendo en tensión la noción lineal de la historia, comprendiendo esta como el cruce de fragmentos heterogéneos de diferentes escalas, para la artista los dioramas corresponden a un dispositivo de rescate de relatos interrumpidos, silenciados, borrados, olvidados y, por sobre todo, negados. Historias domésticas cuyo eje central son las capas de violencia que las constituyen. Los dioramas proponen formas de vinculación con lo adverso por medio de la representación de la vida cotidiana configurando relatos, no excepcionales sino más bien naturalizados y constituyentes de capas de violencia transversal: la desigualdad social, la soledad, la pérdida, el dolor, la enfermedad y la violencia doméstica, entre otros. Además, se exponen fragmentos corpóreos (transformados en reliquias), los que relatan cómo la vida interior está afectada por dicha violencia y la vulnerabilidad.

 

Las operaciones – rústicas y lúdicas – y los materiales utilizados – encontrados y escolares – no responden a un ejercicio de mímesis, sino más bien a construir atmósferas torpes y formas relacionadas al juego de presentación del teatro humano. El modelo precario surgido a partir de la plasticina es una búsqueda a la adaptación de la realidad a través de la afectividad y lo moldeable. En tanto, la estética infantil plantea la ironía de espectar nuestra contingencia como un juego de niñxs; una casa de muñecas, manejadas por entes externos.

 

Finalmente, cabe destacar el motor anímico que moviliza esta exposición: por ahora, como espectadores de un mundo que se reproduce constantemente a sí mismo ante la totalización de miradas y los medios de comunicación, nos complacemos contemplando la crisis. El espacio político y representativo desigual del que depende la brutalidad contemporánea está mediado por la producción de imágenes y sus formas de configuración de verdad. Sin embargo, debe ser desde esta declaración crítica donde se funden formas de resistencia, dando a pensar la violencia desde las relaciones humanas.

 

Carla Ayala, Licenciada en Arte y en Educación.
Abril de 2022.



[1] Segato, R.L. (2010). Las Estructuras Elementales de la Violencia: Ensayos sobre el género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos. Madrid: Prometeo Libros.

[2] Rojas, S. (2017). Escribir El Mal: Literatura y Violencia en América Latina. Santiago de Chile: Cuadro de Tiza.

[3] Butler, J. (2009). Vida Precaria: El Poder del Duelo y la Violencia. Buenos Aires: Paidós.