Memoria Alterada: Exploraciones Autoetnográficas, exposición de Juvenal Barría, se presenta en Matucana 100 en Santiago en colaboración con Isabel Croxatto Galería, tras una itinerancia que llevó al proyecto por el Parque Cultural de Valparaíso a fines de 2022, el Museo de Arte Moderno de Chiloé a comienzos de 2023, y Espacio 218 e Isabel Croxatto Galería | LOCAL 2 a mediados de 2023.
Memoria Alterada: Exploraciones Autoetnográficas es proyecto financiado por Fondart Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes - ámbito nacional de financiamiento, Convocatoria 2022 del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio del Gobierno de Chile, y presentado en colaboración con Isabel Croxatto Galería.
OJOS DE FUEGO
Memoria Alterada: Exploraciones Autoetnográficas es un proyecto de creación, producción y exhibición que se compone de un conjunto de obras de carácter transdisciplinar que pone en diálogo la instalación, el arte objetual y la videoperformance. Este relato audiovisual se conforma de cinco capítulos narrados en registros de videoperformance, los que, a su vez, se dialogan con instalaciones objetuales correspondientes a cada una de ellas. Lo sonoro y lo visual son elementos fundamentales en la experiencia de esta exploración autoetnográfica por parte de su audiencia.
El concepto de ‘autoetnográfico’ se propone como una metodología para situar la experiencia biográfica, cultural y territorial del artista, centrada en el archipiélago de Chiloé, lugar de origen de Juvenal. La isla es una tierra de creencias mitológicas provista de un entorno natural con especies endémicas, que a su vez cuenta una historia particular de colonización y extractivismo de sus fuentes, como lo fue la industria de madera y hoy la explotación de su maritorio. Lo anterior se vincula también a la historia colectiva de las personas que habitan el territorio, y a la formación de una identidad que aglutina la vida y creencias de sus pueblos originarios, junto con las estrategias de resistencia y descolonización que se han planteado en las últimas décadas.
La investigación y propuesta artística de Juvenal Barría nace como una pulsión a comienzos de 2020 por reencontrarse con su historia personal, pues por inercia le fue negada sistemáticamente ya que su madre fue sometida a los cuestionamientos identitarios que emergen en la negación del origen indígena. En un sondeo de conocimiento de su linaje materno, el artista realizó un proceso de búsqueda genealógica de su madre y su abuela, figuras que son clave en el proceso de creación de sus obras. Los resultados de dicha investigación se convirtieron en un motor reflexivo para cuestionar las fronteras culturales y afectivas entre tres generaciones que comparten un origen común: una historia huilliche oprimida por procesos de colonización en el territorio chilote.
A través del estudio de las experiencias recopiladas en ese proceso se llegó a conclusiones diversas y contradictorias dentro del mismo núcleo familiar. Por una parte, la ascendencia de su abuela incorporó la cosmovisión propia de su cultura y sus tradiciones, resignificando la primera infancia del artista. Por otro lado, se analizó la experiencia de vida de la madre, quien estuvo sujeta al devenir y a las necesidades personales y sociales que se generan en contextos de industrialización e instalación forzada del neoliberalismo en época de dictadura cívico-militar, lo cual trajo consigo consecuencias políticas y sociales, pero también culturales. Es por esta aproximación contextual que se entiende la renegación de su origen indígena como mecanismo de subsistencia, tomando la identidad chilena como dispositivo de aceptación dentro de este contexto de modernización y extractivismo del territorio.
Distintas operaciones de transferencia ocurren en los capítulos que no tienen una estructura lineal ni un relato unificado, sino que buscan generar una colisión al poner en tensión experiencias que culturalmente hacen un contrapeso: el bautizo cristiano y la posterior limpieza de éste en el cuerpo del artista a través de rituales originarios de la espiritualidad huilliche; el entierro y el renacer como despojo de la identidad forzada y el vínculo con esta nueva aceptación; el rol de la madre y el símbolo del embarazo en el cuerpo del artista, que tensionan la vida y la muerte desde los propios procesos de la isla, cuya historia siempre es observada por dioses y diosas encarnadas en aves que resguardan los vestigios de la historia humana. La intervención cristológica como radiografía del padre, junto con la misa de Chonchi en latín, también generan un choque estético con el uso de efectos especiales reveladores del gesto irónico con el que el artista se propone alcanzar la espiritualidad suficiente para sumergirse en cada rincón de la isla, así como en las cuevas, que ocupan un lugar central donde el artista revive la práctica del ocultamiento de los brujos.
Finalmente, el proceso de hibridación por parte de Juvenal Barría (niete-hije), quien recibe esta herencia mixta y decide adoptar una perspectiva crítica. Su postura manifiesta procesos transformadores y reveladores que, en la actualidad, quiebran con las fronteras culturales y se conectan con las historias colectivas de la sociedad en base a procesos descoloniales.
Javiera Bagnara, curadora.
Juvenal Barría, artista.