¿Qué pasaría si un artista decide utilizar referentes de la pintura académica chilena, para hacer una propia re-versión con elementos japoneses?
Este es un ejercicio que el artista chileno Wladymir Bernechea se propuso trabajar el año 2024, y que actualmente se expone por primera vez en Santiago en el Centro Cultural Montecarmelo. Esta exposición se compone por una serie de pinturas realizadas en óleo sobre tela por el artista, quien lleva más de diez años dedicado exclusivamente al ejercicio de la pintura en Chile, y en México, país donde reside actualmente.
Para comprender la operación que realiza Bernechea, primero hay que desentrañar este ejercicio visual y situarlo como una posibilidad para crear una imaginaria historia del arte chileno. Para esto, se toma como referente una serie de obras realizadas por grandes artistas academicistas del siglo XIX como Alejando Cicarelli, Alfredo Valenzuela Puelma, Magdalena Mira, Juan Francisco González, Pedro Lira, Cosme San Martín o Alfredo Valenzuela LLanos; intervenidas con una selección de Haikus o poemas tradicionales japoneses de autores como Chiyo- ni, Den Sute-jo, Masaoka Shiki, Matsuo Bashō, Takashi Matsumoto, Tan Taigi y Yosa Buson.
Si analizamos cada una de las obras presentadas, se puede ver cómo el referente inicial va mutando, a partir de la composición de escenarios que bordean lo ominoso, al utilizar una paleta en escala de grises, la que caracteriza a toda la obra y trayectoria de Bernechea. Entonces, aquellas representaciones propias de las Bellas Artes chilenas se desfiguran y emergen no-lugares, como también aparecen personajes sin rostro situados en algún espacio ahora desconocido.
Si a esta exploración le sumamos la utilización de grafismos japoneses, se devela la intención de crear un vínculo con la palabra, que también resulta ser un ejercicio poético. En el que todo se convierte en imagen, al considerar que el japonés es un idioma que no se habla comúnmente en Chile, pero que sí representa a una generación post- noventa que creció viendo a la cultura japonesa a través de la televisión. Influencia que ha marcado gran parte del corpus de obra visual y literaria de Wladymir durante estos años.
De acuerdo a esto, la invitación de esta exposición es a imaginar la posibilidad de vincular dos historias del arte aparentemente distintas, como lo es la asiática y la latinoamericana, para crear una nueva desde la diferencia. Así podemos inventar escenarios comunes, y utilizar a la pintura como una herramienta formal para contar una historia que no existe, pero que puede ser re-creada las veces que se quiera o se necesite.
Camila Caris Seguel, Historiadora del Arte
Centro de Encuentros Culturales
Julio 2025