Trampolín de Piedra | Jessica Briceño Cisneros

8 Noviembre - 6 Diciembre 2025

Me atraen las arquitecturas que alguna vez encarnaron el progreso — trampolines, escaleras, arcos — y que hoy permanecen suspendidas entre la función y la memoria. En su quietud encuentro una ternura en el fracaso, una belleza en aquello que ya no alcanza su destino.
Jessica Briceño Cisneros

TRAMPOLÍN DE PIEDRA

 

Existen estructuras cuyo propósito radica en habilitar el desplazamiento, conectando espacios situados en distintos planos. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿qué ocurre cuando estas formas pierden o, mejor dicho, suspenden su función original?  

 

El trabajo de Jessica Briceño establece un diálogo entre las diversas dimensiones que habitan la verticalidad. Utilizando hormigón para crear escaleras bifurcadas y helicoidales de recorridos inconclusos, toboganes replegados sobre sí mismos y trampolines de salto que invitan a lanzarse hacia un vacío imaginario, la artista construye réplicas pequeñas de estos dispositivos y los transforma en objetos que, además de atrapar el tránsito, detienen el tiempo. 

 

Esta temporalidad mítica, como describe Anna Adell (2022), propia de los espacios liminales que han fallado en su propósito de llevarnos a otro lugar, materializa un tiempo en suspenso, en el que pasado, presente y futuro se mezclan y se eternizan. Una idea que encuentra eco en los lúcidos versos que componen Burnt Norton (1936), poema de T.S. Eliot: “Tiempo presente y tiempo pasado están ambos quizás presentes en tiempo futuro, y tiempo futuro contenido en tiempo pasado”. 

 

El hormigón, material emblemático del modernismo arquitectónico del siglo XX, cobra una relevancia particular en este contexto. Para la artista, volver a trabajar con aquel compuesto significa retornar a un lenguaje cargado de promesas históricas, de ideales y futuros utópicos que ahora se nos presentan como ruinas cálidas y no frías, llenas de porosidades y grietas por las cuales se filtra lentamente la más tibia e hipnótica de las nostalgias. 

 

Es entonces que las piezas aquí reunidas, alientan a detenerse en una dimensión concreta pero también frágil. A ser un pasajero en estado de pausa y a enfrentar una temporalidad distinta, quizás impulsada por la imaginación y por una memoria afectiva que se activa mediante el gesto gentil de recorrer táctilmente, con los dedos llenos de energía lúdica, aquellas estructuras cargadas de tiempo. Invitan, en su más pura esencia, a saltar a una suspensión que se vuelve —sobre todo hoy en día— urgentemente necesaria.  

 

Isidora Kauak Aguad

Noviembre, 2025