Sabemos que todo nuestro lenguaje social es un intrincado sistema de artificios retóricos destinados a escapar de la expresión directa de los deseos que son, en el sentido más amplio del término, innombrables, no porque sean éticamente vergonzosos (pues esto simplificaría el problema), sino porque la expresión inmediata es una imposibilidad filosófica.
Paul de Man
Acerca de Efecto Secundario
Efecto Secundario es el título de la nueva exposición de bordados de la artista Paloma Castillo. El retrato es el punto de partida de una exploración visual que incorpora diferentes figuras paradigmáticas provenientes del espacio de lo humano y el ámbito de lo espiritual. Efecto Secundario se construye en base a una tensión argumental entre la presencia de imágenes inspiradas, por un lado, en actores sociales y, por otro, en figuras arquetípicas. Mientras los primeros nos hablan desde la noción del ahora, los otros se manifiestan desde una voluntad evocadora.
En la obra de Paloma Castillo, el lenguaje del bordado se va desplegando a través de registros que van desde lo conceptual a lo visual, vinculando el trabajo con ciertas operaciones de re-significación atribuibles al pop y al surrealismo. En la elaboración de esta serie, la artista se basó en imaginarios provenientes de diferentes fuentes de información y divulgación cultural.
El conjunto de retratos que constituyen Efecto Secundario le ha permitido a Paloma construir un léxico visual a partir de la articulación de las narrativas latentes presentes en cada una de estas figuras: en un extremo, un cuerpo femenino situado en un ámbito de la naturaleza concentra la historia y las atribuciones de muchas versiones de sí misma a lo largo de un extenso proceso cultural (Espíritu del Agua, 2022). En otro espacio, una figura portando un instrumento cotidiano entre sus dientes aparentemente dialoga con una energía – representada por una mano – que “pide su atención” (Acción de Dominar, 2022). Un rasgo de la operación conceptual de Castillo consiste en modular diferentes figuras retóricas y entremezclar ciertos juegos de re-significación lingüística con asertivas dosis de humor.
Efecto Secundario se propone como una imagen conceptual para proyectar, a través de un cuerpo iconográfico específico, un mundo vibrante, donde la sapiencia del pasado y la utopía del futuro se interceptan, y lo contingente se proyecta hacia lo universal.
En Espíritu del Agua, el personaje central es una figura femenina de cuatro brazos sentada en una posición de meditación sobre una flor de loto. Las cuatro extremidades recuerdan a una divinidad hindú (¿Krishna? ¿Lakshmi? ¿Shiva?), pero, en contraste, su desnudez y el casco corintio que trae puesto nos retrotraen a la antigüedad mediterránea. Desde el agua, quieta, bordada de forma minuciosa y obsesiva, dos ranas aparecen. El color anaranjado de estos batracios nos da cuenta que son del tipo venenoso. En algunas piezas de Efecto Secundario, la artista va desdoblando universos sincréticos, donde las temporalidades y los contextos pueden entremezclarse con una sugerente naturalidad. En complemento a la quietud del agua que envuelve a la diosa madre, Espíritu Tutelar (2022) retrata un mar compuesto por una densa trama de hilos sobre la cual, tendida sobre un plano verde, vemos a una figura. El ángulo en que el personaje está posicionado nos permite imaginar que nuestro punto de vista es aéreo; sin embargo, serán los brazos de cangrejo que lo coronan, y la diferencia entre rostro y piel, lo que nos dará cuenta de que la figura lleva una máscara. Los samuráis adornaban sus cascos con elementos provenientes del mundo animal (venados, aves, cangrejos) con un fin identitario, ornamental y tutelar. En estos trabajos se despliega una particularidad que parece trascender nuestro plano terrenal, como si los clichés de la cultura popular – donde hoy por hoy tales imágenes son procesadas y consumidas – se hubiesen sumergido en las corrientes del inconsciente de la artista y hubieren resurgido empapados de significados y asociaciones privadas, los que Castillo complementa de forma astuta a través de los aspectos formales del bordado. A la piel de esta figura flotante se han adherido decenas de lentejuelas que las hacen resplandecer, quizás, en una alusión al reflejo que la luz sobre el mar tiene sobre la carne.
La amplia gama de matices que los hilos ofrecen a la paleta de la artista le permite modular las figuras a través de tonalidades que les otorgan una misteriosa presencia física. En algunas zonas al interior del bordado, Paloma restringe el color a sólo dos o tres unidades cromáticas para experimentar con ligeros cambios de tinte de un área a otra, logrando un efecto cautivadoramente disonante.
Las piezas Salgan 1 y Salgan 2 (ambas 2022) presentan rostros que emergen hacia el espectador. Sobre la cabeza de cada figura, en plan ornamental, se aprecian un pulpo y una liebre, respectivamente. Las caras han sido moldeadas y maquilladas con diferentes tonalidades de rosa, morado, amarillo Nápoles y gris; los fondos, por su parte, han sido trabajados en gamas de azul (Salgan 1) y de verde (Salgan 2), y los animales en tonos ocres y anaranjados. Estos drásticos contrastes provocan que la lectura de las obras se genere en tres niveles. La sobriedad del fondo y los sutiles rastros de naturaleza que rodean a los personajes se tensionan con su misteriosa teatralidad, irradiando una seductora tensión psicológica. La ominosa presencia de las criaturas sugiere una conexión secreta y fascinante con el simbolismo que ciertas leyendas y cuentos infantiles les atribuyen a cada una: el pulpo se nos presenta como una figura mimética y ambivalente, que cuando emerge de la profundidad augura caos pero, a su vez, garantiza orden; la liebre – que puede vivir bajo los umbrales del día y la noche, y cuyos sentidos le dan control del espacio – es relacionada por los alquimistas con el dinamismo y el poder comunicacional del mismo Mercurio o, como lo hizo Lewis Carroll, con los rasgos esquivos y embusteros de un villano. Cualquiera que sea el caso, es la fusión entre aquella formalidad juguetona de lo posible y la expresividad enigmática de lo desconocido lo que mantiene la narración de estas piezas en constante actividad.
Mientras la imagen de lo animal se despliega desde la misteriosa retórica del relato fantástico, e incluso desde la iconografía alquímica, lo humano se manifiesta desde una dimensión emocional e introspectiva. Prejuicio (2022) nos presenta un personaje vistiendo una camiseta azul, un jockey verde agua y un collar de cuentas reales adheridas a la tela con un medallón. Dos rasgos contribuyen a generar una inquietante y a la vez fascinante orgánica visual: en un nivel, la gestualidad casi solemne de la figura contrasta con el movimiento desordenado del colgante alrededor de su cuello, dándonos la sensación de un movimiento circular. En otro plano, el tono de la piel tiende a mimetizarse con la trama de la tela de base, cuyo material crudo se convierte en el color del rostro, confiriéndole un aura fantasmagórica.
Efecto Secundario nos reafirma la consistencia estilística del arte de Paloma Castillo; su campo de acción es amplio y ecléctico. La bandera chilena es una figura recurrente al interior del inmenso universo visual de la artista. Selfi (2022) es la única pieza “no figurativa” incluida en el proyecto. Espejada con respecto a su original posición, presenta un logo que hace referencia a una conocida red social. Ligeramente desplazado del centro donde uno la podría imaginar, la figura se orienta a ocupar el espacio azul de la efigie, el que notamos sin la presencia de la estrella. La bandera señala el contexto donde la artista y la obra se ubican, pero el proceso de identidad individual y colectiva al que apela este tipo de construcciones simbólicas es universal. Tal vez esta vinculación a las redes y sus logos corporativos también entra a constituir una relación ampliada con un “no lugar”. En obras anteriores, Paloma Castillo ha entrelazado simbología y lenguaje de redes con imágenes provenientes de su propio archivo. Selfi en este plano también puede leerse como una reflexión de aquel mandato contemporáneo de registrar aquellas instancias significativas en función de la mirada del otro, o de vislumbrar en esta participación una chance para desplegar nuestros propios juegos de seducción. Quienes visiten la muestra podrán tomarse una foto en frente de la obra y resolver en la pantalla de su equipo el acertijo oculto en la obra.
La fascinación simbolista de Castillo con la descontextualización y la resignificación de imágenes poco comunes es suprema. Dentro del grupo de imágenes que sirven de referentes para la obra Brisa Nuclear (2022), la artista se basó en un grupo de ilustraciones alemanas de máscaras para corregir el estrabismo aparecidas a fines del siglo XVI en un manual oftalmológico. La figura principal se nos presenta frontal, ocupando casi la totalidad de la superficie de la composición de la obra. La camiseta que viste es gris y, sobre esta, la artista ha aplicado lentejuelas que, rodeando un triángulo con el logo de peligro nuclear, centellean, evocando a aquellos personajes que protagonizan aquellas tramas de ciencia ficción futurista, o también a la contingencia bélica que, hoy por hoy, ocupa los titulares noticiosos.
En Criticism and Crisis, Paul de Man declara: “Sabemos que todo nuestro lenguaje social es un intrincado sistema de artificios retóricos destinados a escapar de la expresión directa de los deseos que son, en el sentido más amplio del término, innombrables, no porque sean éticamente vergonzosos (pues esto simplificaría el problema), sino porque la expresión inmediata es una imposibilidad filosófica”[1]. En su conjunto, las figuras que componen el cuerpo de Efecto Secundario dialogan con el espectador desde una posibilidad de relaciones. Paloma Castillo nos propone un proceso de contemplación dinámico compuesto por figuras certeras y mensajes precisos.
Leonardo Casas, artista y académico.
Septiembre 2022.
[1] De Man, P. (1972). Blindness and Insight. Essays in the Rhetoric of Contemporary Criticism. New York: Oxford University Press.