INAUGURACIÓN 15 ENERO | isabel croxatto galería
Y vi una cruz que me cortaba la cabeza
Y vi una espada que me bendecía antes de mi muerte.
Un sueño y una pesadilla eclosionaron en la mente de Víctor Castillo para dar vida a esta producción visual que tienes ante tus ojos: un tipo de obra que - por primera vez- nos aleja del color de los pigmentos artificiales a los cuales nos tenía acostumbrados, para llevarnos sin misericordia al más radical claroscuro.
El sueño que trajo la nueva materialidad es uno en que el propio artista se veía asimismo
caminando por las calles de su ciudad natal, con un rollo de papeles, como si fueran desechos de su taller. Se cruza con un grupo de estudiantes quienes le preguntan qué es lo que está botando. Entonces, entre todos empiezan, a desenrollar y aparecen dibujos en carbón, momento en que Víctor se dice: “guau, por qué estoy tirando esto?”. Esta potente imagen onírica catapultó la decisión de explorar el uso del carboncillo sobre papel.
Muchas cosas cambian cuando él deja el pincel, la tela y los colores para tomar con la mano un pedazo de carboncillo y dibujar directo sobre el papel: Víctor descubre que debe ir trabajando de afuera hacia adentro, primero las sombras y luego la luz. La técnica se va perfeccionando y avanza mucho más lejos de lo que él mismo vio en su sueño, ese sueño personal.
La pesadilla que lo aqueja es, sin embargo, colectiva.
Vivimos afectados por una violencia visual sin precedentes; este es el contexto en el cual han sido construidas estas obras, como una respuesta al impacto emocional que las imágenes y las informaciones nos causan. En tiempos donde los relatos de guerra nos abruman, los medios de comunicación amenazan con el olvido y la Historia aún no es escrita por los vencidos, resulta urgente que el arte despojado de sus vibrantes colores, establezca un imaginario de nuestras impresiones síquicas: como un archivo del subconsciente colectivo, al cual se pueda consultar en el futuro.
Por eso el título de este texto, tomado de un poema del poeta mapuche Leonel Lienlaf: porque los originarios de un territorio guardan en palabras e imágenes la memoria no solo de las masacres y la invasión colonial, sino que también y por sobre todo, la certeza de un perpetuo renacer en colectivo.
Natalia Arcos Salvo
Teórica del Arte.