“El pensamiento sigue los procedimientos de lo soñado.”
—Pascal Quignard
DOBLE FANTASMA
Un cuerpo se borda, otro se descompone. Uno se invoca desde la memoria orgánica; el otro, desde un archivo de fragmentos que simula lo humano. En Doble Fantasma, Cecilia Avendaño y Juana Gómez recorren rutas distintas hacia una misma inquietud: la imagen del cuerpo y su verdad. No ya como unidad, sino como síntoma, doble, fantasma o superficie vulnerable.
Gómez trabaja con su propia carne como territorio. Al bordar sobre fotografías, transforma su superficie en una topografía simbólica: redes de órganos, flujos vitales, trayectos invisibles. Lo visible se vuelve mapa de lo que insiste desde adentro. Su obra encarna la idea de Pascal Quignard: “El pensamiento sigue los procedimientos de lo soñado”. Así, lo biológico se convierte en imagen, y la imagen, en forma de resistencia: al olvido, al cierre del sentido, al miedo. Como en los relatos mitológicos estudiados por Joseph Campbell, su práctica se enraíza en lo físico, no desde el lenguaje, sino desde el cuerpo que sueña, que siente, que borda. Cada puntada es un gesto de persistencia frente a la pérdida.
Avendaño, en cambio, parte desde la fotografía para expandir sus límites. Durante años ha construido un vasto archivo de rostros, pupilas, pieles y fragmentos corporales, todos capturados por ella. Luego los disecciona, clasifica y recombina. Sus retratos no remiten a nadie: son ensamblajes, cuerpos sin origen, rostros sin identidad, híbridos que desdibujan lo humano. En sus obras más recientes, ha entrenado algoritmos con esas mismas imágenes alteradas, generando figuras que imitan el cuerpo sin pertenecer a él: dobles digitales, doppelgängers que lo siguen, lo replican, lo traicionan. En su universo visual, lo real deja de ser certeza para volverse una ficción plausible, multiplicada digitalmente.
La exposición presenta también obras híbridas, en las que los lenguajes de ambas artistas se entrelazan: el bordado sobre la piel digital, el rostro sintético fisurado por la costura manual. En estos cruces, Doble Fantasma revela su núcleo: no la colaboración como fusión armónica, sino la superposición inquietante de espectros. Lo visible deja de ser evidencia. Es síntoma. Como señala David Le Breton, el dolor no se localiza, “absorbe toda la existencia”. Así también estas imágenes: nos absorben, nos confrontan, nos duplican.
¿Quién puede decir hoy qué es un cuerpo? ¿Quién lo construye, lo archiva, lo expone, lo fragmenta? Gómez y Avendaño no responden: tensionan. Y en esa tensión nos devuelven una pregunta inevitable. Como escribió Quignard: “Cedemos a nuestro pensar. Cedemos como cedería un dique”. La imagen nos desborda.
Isabel Croxatto, curadora y coreógrafa
Junio 2025